La obra representa una escena costumbrista de los años cincuenta en un pueblo de Granada, Cúllar Vega, capturando un instante cargado de simbolismo: el fin de una etapa agrícola para dar paso a una nueva vida en la ciudad. En el centro se alza Juan, de pie junto a sus dos inseparables compañeras de trabajo, las mulas Leona y Española, mientras al fondo, sobre el carro, se encuentra Antonio, su suegro, que cansado y sereno le acompaña en el trabajo.
La pintura no solo testimonia una vivencia personal, sino también un momento histórico de transformación social y cultural en España.
Juan se prepara para emigrar a Barcelona, dejando atrás la dureza de la vida rural en busca de nuevas oportunidades para él y su familia. Esta transición coincide con la modernización agrícola, cuando los tractores empiezan a sustituir a los animales de tiro, marcando el final de una era.
Con un lenguaje pictórico detallado y luminoso, la obra combina orgullo, memoria y emoción de tiempos pasados.
La foto original en blanco y negro ha sido la referencia para reconstruir la escena.